A la entrada indicada para barcas auxiliares fondea una motora. Dentro una mujer prepara la cafetera, la de toda la vida. Mientras acaba de apretar el café le digo:
Bon dia. A lo que ella me responde lo mismo en nuestra lengua común.
Y es que Ibiza está desierta de turistas. Es el primer día de “la nueva normalidad” tras el confinamiento y Sergi y yo estamos casi seguros de haber sido los primeros en llegar. La primera valoración que hago, es que los habitantes de Baleares habrán disfrutado como nunca de sus islas. Y pienso: Bien que se lo merecen. Aunque luego, cuando baje a tierra y vea los efectos colaterales que la pandemia ha tenido con el sector servicios, pensaré en las familias que están pasándolo mal para acabar el mes.