Travesía Atlántica en Velero
Travesía Atlántica. Cruzar el Atlántico a vela.
Cruzamos el Océano Atlántico en el velero Saramia. Desde Las Palmas de Gran Canaria al Caribe.
Para todo amante de la vela, y por qué no, para cualquier persona aventurera, la idea de participar en una gran travesía como la de cruzar el océano Atlántico debería de estar incluida en sus planes.
En los míos estaba, pero tuve que esperar varios años e incluso rechazar alguna propuesta por no llegar en el mejor momento. Pero finalmente la oportunidad me llegó de la mano de mi prima María y su familia, que con su velero Saramia iniciaban su aventura y necesitaban ayuda en la navegación.
En nuestro caso la Travesía Atlántica duró veinte días. Aunque pueden parecer mucho tiempo, la rutina aceleraba las horas, incluso llegué a pensar que se me haría corto. Durante la primera semana, la llegada de la noche me inquietaba, sentía el miedo a la oscuridad, sensación que se alargaba hasta que la luz de la luna lo iluminiba todo.
Los amaneceres y puestas de sol, son un espectáculo que no me importaba repetir cada vez que mis horas de descanso me lo permitían. Agradecía la vida, tomaba consciencia de lo afortunado que soy, y aunque añoraba a mi familia, no deseaba estar en ningún otro sitio en ese preciso instante.
La llegada de la noche me aterraba, los primeros días pude sentir el miedo a la oscuridad. A 200mn (350km) de la costa, ningún medio de salvamento aéreo o terrestre sale en tu ayuda.
La distancia entre Las Palmas (Canarias) y St Lucía (Caribe) es de unas 2.800mn. Los medios terrestres y aéreos de Salvamento Marítimo a partir de 200mn de la costa no salen en tu ayuda, ser consciente de ello marcará toda la travesía.
Las jornadas a penas se diferenciaban unas de otras por la repetitiva climatología. Durante la temporada en que predominan los vientos alisios (de noviembre a febrero) su dirección e intensidad es prácticamente igual día y noche. Fue toda una sorpresa para mí la constante dirección y la fuerza del viento. Algún día tuvimos momentos de lluvias fuertes, pero no significaban en absoluto que la navegación fuera molesta o peligrosa.
Los espacios abiertos y las vistas infinitas nos dan tranquilidad y paz. La travesía atlántica, nos permite disponer de multitud de momentos de contemplación.
El infinito, la inmensidad, el sentirnos parte de algo más grande, nos da seguridad. Por eso, estar rodeados de mar, agua y más agua no me inquietaba lo más mínimo. Al contrario, estaba en paz. Me daba tranquilidad pensar que veía todo lo que me rodeaba. Que no había ningún elemento que me impidiera tener una visión amplia de la situación. Me hacía creer que tenía el control.
En un espacio reducido y muchos días por delante, lo más probable es que surjan conflictos. Es conocido en el mundo marinero que la convivencia a bordo no es fácil. Me habían avisado que una vez llegados a puerto, hay tripulaciones que saltan a tierra sin despedirse y sin mirar atrás. No fue este mi caso. Mis objetivos al subir a bordo eran vivir la soledad del mar, aprender más sobre navegación y acumular experiencia para cuando realice esta travesía con mi familia en el Viviravela. Por eso, los conflictos que obviamente surgieron, fueron para mí, no más que incidentes que se debía aprender a resolver. Todo formaba parte del aprendizaje. E incluso, del crecimiento personal.
Es conocido en el mundo marinero que la convivencia a bordo no es fácil. Si unimos al ya de por sí escaso espacio, las obligaciones de cocina, limpieza, guarias y situaciones de riesgo-nerviosismo, tienes los ingredientes necesarios para que salte la chispa.
¡Tierra a la vista!. Lo hemos conseguido. Mi obsesión principal (y la del resto del equipo) era la protección del Saramia. Cualquier avería, rotura de velas-jarcia-gobierno, golpes o vía de agua, entorpecería nuestra travesía, llegando incluso, a poner en serio peligro a la tripulación. Por eso, al despertar, ver la silueta de la costa, y saber que estabamos a menos de las 200 millas, sentí alivio, mucho alivio. Misión cumplida.
¿Estoy preparado para cruzar el océano con mi familia?
Nunca se acaba de aprender. Por eso, tengo la tranquilidad de que los años que vamos a estar navegando por el Mediterráneo me van a aportar muchos más conocimientos y experiencia. Pero tengo la seguridad de que más pronto que tarde tendré la oportunidad de cumplir el sueño en su conjunto: el Viviravela, Raquel, Llorenç, Mireia y yo iniciando la aventura.
Video de la aventura aquí.
Si te ilusiona realizar esta aventura, en breve publicaremos un post de los pasos que deberías seguir para conseguirlo.
One Comment
Fransu
Muy bonito relato!!! Es una gran experiencia y te deseo que lo puedas volver a compartir con tu familia.
Enhorabuena…